¡Y sus villas de lujo también!
Vista desde lo alto, Menorca ofrece un paradigma difícil de encontrar en cualquier otro lugar. Por mucho que hayamos viajado y hayamos recorrido países del mundo, lo cierto es que Menorca tiene algo especial, algo así como un don por el que todos la conocen. Si acercamos un poco más la vista y nos bajamos de la nube para apreciarla, tocarla, sentirla, comprobaremos que esa Menorca de la que nos habían hablado lo ha conseguido con nosotros también. Porque en Menorca una virtud destaca sobre el resto. Y es que esta isla enamora. Tanto como lo hacen sus villas de lujo.
No sabemos si es por el aire que en ella se respira, un olor a naturaleza que embriaga; o si se debe a su carácter familiar, pues si hay algo que podamos decir de esta ínsula es que, de todas las Baleares, es la más cercana y familiar, aquella por la que las familias apuestan. Su tranquilidad, su estilo slow, sus increíbles opciones para la diversión de los más pequeños la hacen todavía más virtuosa.
Además de esto, la isla te da la oportunidad de hacer cosas poco comunes para cualquier tipo de viajero. Sí, en Menorca puedes ver una demostración directa del proceso de elaboración de la mayonesa, un producto no solo típico sino también originario de la isla. Averiguar qué se esconde tras el queso de Mahón, capturar monumentos propios de la prehistoria, comerse una extraordinaria caldereta de langosta ¡y hasta comprarse unas famosas abarcas menorquinas! son algunas de las otras muchas alternativas que puedes hacer en ella.
Y si hay algo que tampoco tiene desperdicio en Menorca son sus maravillosas villas de lujo. Porque en ellas, nadar en un mar abierto es posible solo con soñarlo y navegar por unas aguas cristalinas mientras se contempla un horizonte sin fin, también. En la Villa Luisa, tienes una piscina desbordante realmente apasionante y las vistas en ella son espectaculares. Alrededor tienes una zona de césped donde relajarte.
En la Villa Bini Sac descubrirás un mundo nuevo donde el mar está a tus pies. El jardín tiene césped hasta las rocas que alcanzan el mar donde, de nuevo, unas aguas cristalinas y de lo más calmadas te esperan.
Con todo esto, no puedes decir que Menorca no enamora antes incluso de que la hayas pisado por primera vez. Sí, hay lugares del mundo que tienen un don para enamorar y este es uno de ellos.
Y tú, ¿vienes a conocer Menorca?